Páginas

domingo, 21 de febrero de 2010

Entre el papiro y la notebook

Carlos A. Tolosa




Entre lo viejo y lo nuevo, lo que cambia y lo que persiste


Transformaciones, poder y educación
Cuando leo la idea de que los cambios actuales son parte de una ruptura radical o bien que forman parte de un cambio progresivo, es decir, de cada cambio nada queda de lo anterior y lo nuevo es totalmente inédito o si hay algo que permanece, porque deviene de lo anterior y así sucesivamente, en principio sitúo a estos cambios como transformaciones, culturales, científicas y tecnológicas. En ellos, por un lado hay permanencia en los cambios porque el conocimiento científico es sistemático, las teorías tienden a construir una totalidad en constante reordenamiento. Y por el otro de estos mismos cambios surgen recursos tecnológicos que a la vez permiten una investigación mayor que promueve nuevos conocimientos.
Luego, desde el punto de vista socio-cultural también se observan aspectos que permanecen frente a las transformaciones, algunos desde resistencias, muy pronunciadas (como en la escuela, una de las instituciones más importantes cuya función principal es la transmisión del conocimiento).
Si tomamos los últimos 50 o 60 años creo que el centro de las transformaciones estuvo en la producción y en los modos de circulación del conocimiento, que derivaron en la hegemonía de la informática. Esto se da en un contexto cultural en pleno cambio y a mediados de siglo XX en sus momentos más decisivos. La posmodernidad “designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX”[1].
Es así como los cambios de valores culturales, las innovadoras producciones científicas y tecnológicas, son parte de la crisis que implica la desconfianza o la duda, motivo del filosofar que legitima los nuevos saberes.
Desde el punto de vista de la conducta hay algo que históricamente se repite frente a los grandes cambios. En principio se duda y se combate a los conocimientos y tecnologías renovadoras, y posteriormente se las adopta en el ejercicio del poder político y económico. Pasó con la escritura, el libro, el cine, entre otros. Doy algunos ejemplos.
La escritura, hoy una tecnología tradicional, también ha pasado por el descrédito en su momento, por ejemplo, Sócrates nunca escribió. Platón[2] en Fedro o de la belleza transcribe la idea de Sócrates acerca de la escritura. Éste plantea que la escritura producirá olvido porque descuida a la memoria ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. Agrega que la escritura es apariencia de sabiduría. Genera ignorantes, sabios aparentes en lugar de sabios de verdad.
Luego, a partir de los dos primeros siglos después de Cristo y consolidándose luego del Concilio de Nicea lo escrito tuvo el poder de la verdad y a la vez fue la base para el ordenamiento político-religioso. Posteriormente, durante la Edad Media el libro manuscrito tenía el poder de la compilación de escrituras sagradas y por lo tanto ese poder era del grupo social que lo poseía y de quienes tenían acceso a éstos y la posibilidad de leerlo. En la novela “El Nombre de la Rosa”, Umberto Eco plantea la idea del poder del conocimiento inscripto en los libros, la gran dificultad para llegar a los mismos, mediante oscuros y complejos laberintos y la sanción a quién lee lo que no corresponde, a través de la muerte.
Posteriormente, a partir de la Reforma Luterana y con la invención de la imprenta tipográfica, la posibilidad de lectura fue mucho mayor. Tal como lo dice Nicolás Nóbile[3], a partir de esta nueva tecnología (la imprenta), ocurrieron, “profundas transformaciones en los procesos de producción, circulación e institucionalización de la palabra escrita”.
Así el proyecto del Iluminismo del Siglo XVIII se plasmó desde los textos a partir del libro, como tecnología soporte de la escritura. Los libros eran portadores de estas ideas, que había que saber, aprender y actuar. Así promovieron un nuevo orden social.
Nuevamente aquí aparece la relación entre la tecnología y el poder. Por ejemplo, los primeros derechos humanos escritos, fueron derechos civiles. Derechos de unos pocos. De la élite.
Otras formas de atacar las propuestas culturales, sociales y políticas que tienden a la transformación, en relación a la creación y difusión del conocimiento fueron: la quema en la hoguera a Giordano Bruno en el año 1600, por escribir y publicar ideas que la Iglesia creía ofensivas y peligrosas. También, en el año 1925 la detención del profesor John Thomas Scopes, de 24 años, por enseñar la teoría de la evolución de Darwin en el secundario de Dayton, Tennessee.
Durante el siglo XX tanto el cine, como la radio y la televisión, en la medida en que fueron apareciendo y vinculándose con la sociedad no escaparon a esta idea de desconfianza y uso desde el poder.
Alejandro Álvarez Gallego hace un recorrido histórico de la relación entre estas nuevas tecnologías, la sociedad, la escuela y el poder[4]. En Colombia (1912) El cine fue acusado de corromper, de enseñar a robar con las películas del oeste norteamericano o las películas de bandas motorizadas. Todas relacionadas con delincuencia y asesinatos. Luego hacia la década del ´30, agrega más adelante Álvarez Gallego, el cine se utilizó como recurso didáctico, para la instrucción de pueblos lejanos a las grandes ciudades. Se daban cursos de higiene elemental, nociones de agricultura, arte, geografía, historia. En Colombia las llamaron “escuelas ambulantes”. Paralelamente el temor de la iglesia (Pio XII) lo tomó como un potente medio al afirmar que si bien era de gran utilidad para la instrucción y educación también incentivaba a las malas pasiones, a la vez que no permitía discernir entre la virtud y el vicio.
El cine, la radio y la prensa constituyeron un recurso poderoso de transmisión, por lo tanto los gobiernos lo utilizaron indiscriminadamente para difundir ideología y actos de gobierno.
Con la radio se observa un proceso diferente. Es creada por el poder y luego es criticada y reutilizada con fines políticos. Respecto de la radio, dice Álvarez Gallego que fue un fenómeno ligado al desarrollo industrial y una tecnología creada con fines militares. También contribuyó a combatir el analfabetismo en Latinoamérica. Infiere que “esto quiere decir que se quería extender la escuela, pero al tiempo se estaba generalizando un medio que la obviaba”. Así los radioperiódicos y las radionovelas fueron géneros que cautivaron tanto como también se afianzaron deportes de masa como el fútbol. Sin perder de vista que el proceso de industrialización estaba demandando crear un público consumidor, un público de masa, la radio cumple un rol importante tanto en lo económico como en lo educativo.
Nuevamente aparece la idea del poder a partir del uso de la tecnología. El poder económico que respondía a la macroeconomía y el poder político con gobiernos populistas que veían, en la radio, una tecnología que podía disputarle el control ideológico y cultural que pretendían tener sobre la población.
Pronto, quienes se resistían a los cambios, atacan a la radio en nombre de la protección de la infancia de la influencia de un nuevo sistema de valores, de la nueva cultura de masas que hace referencia a nuevos hábitos, una nueva postura estética y estética. Se hablaba de diferenciar la radio de la escuela y contrariamente también había quienes la proponían como un recurso didáctico.
Explica Ávarez Gallego, que a partir de la televisión la radio fue cambiando ya que aquella tomó su estructura y le agregó imágenes. A partir de esto y con la experiencia anterior las primeras dos décadas la televisión asumió un carácter más recreativo y fundamentalmente educativo. Fue una estrategia mundial que llamaron Escuela Abierta o Educación Permanente, pensada como alternativa para transformar los sistemas educativos. El optimismo depositado en esta nueva tecnología hizo que algunas multinacionales invirtieran en la educación satelital, pensando en una educación universal al alcance de todos. Inmediatamente aparece el temor por el contenido de las transmisiones sin orientación, producción ni control de los Estados Nacionales. Luego, a fines de la década del sesenta, la crítica a la televisión estuvo orientada hacia abusos y atentados contra la moral, los hábitos y las culturas locales. Ya a esta altura la televisión no era la de las dos primeras décadas de su creación. El eje no era la educación sino básicamente el comercio.
Desde esta perspectiva surge la revolución de internet, la telefonía celular, las consolas de juegos, etc. como tecnologías potentes y poderosas.
Se trata de tecnologías que se introducen y modifican los modos de vida. Se observa incluso la necesidad de su manejo básico o especializado para la mayoría de los empleos. Por ejemplo un camión recolector de basura tiene, en sus comandos, principios de computación que los choferes deben conocer. Los mecánicos de automóviles necesitaron especializarse e incorporar a las computadoras en sus talleres, constituyéndose en una herramienta más, desde alinear y balancear ruedas hasta testear circuitos computarizados. Los cerrajeros y electricistas están en la misma situación, para poder replicar y reemplazar llaves con chips, instalar alarmas, cámaras de seguridad, centralización de cerraduras, etc. Se necesita saber de computación y contar con este recurso.
El eje de estos cambios, claramente es un eje que obedece a la macroeconomía. Son aliados del poder capitalista.
La tecnología posibilita una cosmovisión diferente. Un modo diferente de comprender, y habitar el mundo. Respecto de estos cambios sociales, Eliseo Verón[5] reconoce una mutación cognitiva que permite a los jóvenes escuchar música, mirar TV y estudiar. Piensa esto como cambio de trayectorias cerebrales o como activaciones de sistemas paralelos. Además observa un quiebre entre las generaciones que se han socializado con la digitación (los nativos) y los que no (los extranjeros), los que adoptamos a la tecnología pero que no crecimos con ella. Agrega que desde el ámbito intelectual, a partir de la década del ´60, se inaugura la semiótica visual, que implica, entre otras cuestiones, el análisis de la televisión en géneros como la videopolítica, el melodrama, el análisis de las publicidades que tiende a intentar comprender y explicar cambios culturales.


La escuela frente a los cambios
La idea de que todo se diluye pronto, que todo pasa a ser historia con cierta inmediatez, es sinónimo de que lo que se adquiere hoy al año siguiente “ya fue”, como dicen los adolescentes. Tiene un “envejecimiento social”, de ahí que el recambio de los recursos tecnológicos es una manera de estar “vigente”, un modo de “existir” que a la vez responde a una la lógica consumista y hedonista. Aspectos de la posmodernidad como expresión cultural y del neoliberalismo como centro de la economía.
Entonces estamos transitando por cambios permanentes. Cuando hablamos del cine, la radio o la televisión, podemos hacerlo en término de cambios que se produjeron en un momento determinado y con una permanencia tal que continúan vigentes. Con la llegada de las nuevas tecnologías no podemos hablar de un cambio en particular, sino que se trata de una suma de cambios que se van produciendo, no sólo en el ámbito de la producción sino también en el uso. Si bien es posible precisar la aparición y la “muerte” de algunos dispositivos como el cassette, el diskette, el walkman y sus variantes, todos ellos son parte de un cambio permanente, de algo que parece ya no se detiene.
Y aquí, cuando reviso el rol de la escuela, que surge como producto de cambios tecnológicos y sociales, veo cómo y cuánto le cuesta reposicionarse en estas nuevas formas de comunicarse. Los adolescentes participan de redes sociales virtuales, tienen una “vida on line” y conocen del manejo de la tecnología que les permite navegar por el ciberespacio en la dimensión virtual. Sin embargo a la escuela le cuesta encontrar modos de intervención entre el conocimiento y los jóvenes. Yo no creo que deba redefinir su rol. Me parece que está claro que la escuela debe enseñar a pensar, valiéndose para esto de la información de las disciplinas y estrategias didácticas democráticas. Claro que enseñar a pensar no es imponer ni negar una u otra cultura.
No se trata de negar los cambios que la escuela sí ha implementado; de hecho ella misma es producto de un cambio de paradigma. Dice Carlos Cullen[6] que está claro que ya no es más “el templo del saber”, que su enseñanza no tiene como objetivo la “normalización del saber” y que el aprendizaje ya no gira en torno a las “disciplinas en la apropiación del saber”. De todas maneras si se hace una revisión de las tendencias pedagógicas, podría decirse que en las aulas siguen estando presentes rasgos de cada una de ellas. Y que las aulas no escapan a las dudas y las crisis. Que no está definida, como sí en épocas anteriores, una tendencia clara, producto de los rasgos mencionados y de la conformación de nuevas miradas que no terminan por configurar una tendencia.
Lo que es innegable es que las transformaciones tecnológicas impactan en los jóvenes y consecuentemente en las escuelas. Se manifiestan de distintas maneras, (tal como lo explica Gustavo Efron[7]), según las diferencia de clases sociales. Relacionados, estos modos de participar en el mundo tecnológico, con el poder adquisitivo y con los estilos y modelos de vida que tienen como modelo cultural.
Voy a hacer referencia a escuelas que están insertas en contextos complejos.
Por un lado están los alumnos y su vínculo con las tecnologías y por otro el profesor, el alumno, y la tecnología en la escuela. Lo que observo es el uso de los dispositivos (celulares, mp3, mp4) predominando la reproducción de música como un elemento distracción, “escape” o desafío permanente a las normas y sobre todo a las posibilidades de un desarrollo curricular organizado. Sitúo esto como un vínculo áulico con la tecnología y lo diferenciaría del vínculo escolar o escolarizado de las tecnologías nuevas y los jóvenes.
En este sentido veo un uso restringido de las tecnologías, que dependen casi exclusivamente del curriculum prescripto. Se utiliza en la especialidad de economía y gestión para el manejo de software relativo a la administración de empresas, en la orientación en arte el uso de Corel y Photoshop, en espacios curriculares institucionales para producir revistas entre otras y naturalmente en las materias específicas. Noto un uso exclusivamente curricular de la tecnología.
Pienso en un cruzamiento, entre el uso del celular, la TV, internet (redes sociales, blogs, youtube, etc), el cine, los dvd y la cotidianeidad del alumno atravesada por la tecnología y sus narrativas, con el resto de los espacios curriculares. Se trata de una mirada pedagógica que incluso habilite la conversión de algunos dispositivos en medios, considerando que la escuela es la única institución que podrá ofrecerle esta posibilidad. Esto es algo a lo que la escuela no puede renunciar, dado que entiendo que su rol es de reproducción pero también de producción de nuevas relaciones, interpretaciones que permitan que el alumno comprenda su realidad para luego intervenir en ella, posicionándose como un ciudadano activo. Esto será difícil en la medida en que la escuela no se vincule, respete, valore y habilite la presencia de la cultura del alumno. Hablo de interpretar el desarrollo curricular como un proyecto cultural y didáctico. Desde esta línea de pensamiento es importante reconocer el modo en que los adolescentes se vinculan con la tecnología y qué representan para ellos.
El celular, la televisión, internet, los mp4/5, programas de edición de multimedia y las posibilidades que cada uno de estos recursos ofrecen en términos de relación con el mundo, son muy potentes.
Diego Levis[8] plantea que la producción y el consumo de imágenes constituye una de las principales actividades económicas y socioculturales y que las pantallas ocupan un lugar fundamental en nuestras vidas y les damos un carácter casi mágico, que en muchas prácticas reemplaza a las relaciones empíricas. “En muchos casos, la representación visual de un hecho, de un objeto o de una persona tiene más relevancia que la persona, el objeto, el hecho mismo al cual representa”.
Como se ve el tratamiento de la imagen excede al abordaje “ingenuo” de la imagen como ilustración y subsidiaria del texto. La imagen tiene tal presencia e importancia que la escuela no puede dejar de abordarla y junto con ella a los distintos dispositivos que permiten su proyección y producción.
Pero esto implica varias acciones de parte de los docentes. En primer término poder investigar acerca de la naturaleza y las características de las transformaciones actuales y cómo se vinculan y trastocan los estilos de vida. Luego poder operar con los recursos tecnológicos y finalmente ver de qué manera incluirlos, desde la especialidad de su disciplina, como un recurso didáctico.
Los medios de comunicación siempre estuvieron vinculados a la escuela. Hay, en esta relación momentos o miradas optimistas y descalificadoras. Cuando me refiero a las transformaciones me refiero a que hay un escenario cultural, dominado por corporaciones trasnacionales y grupos multimedia. En éste marco la escuela cae en un descrédito social. Es acosada, enjuiciada. Nuestro sistema educativo “reformado” en sus aspectos formales. En las prácticas áulicas el docente resiste como puede. Se pone en evidencia “…una crisis de identidad cultural de la escuela ante un mundo transformado”[9], porque los medios y las nuevas tecnologías imponen nuevos códigos culturales.
Todo esto agravado por una reforma educativa compulsiva que nos alejó un poco más del intento de revisar nuestra estructura. Finalmente creo que las nuevas tecnologías, lejos de representar una dificultad para el docente, pueden ser tomadas por la escuela y transformadas en un punto de acercamiento a los alumnos.


[1] LYOTARD, Jean-François. La condición postmoderna”. Editorial REI, Argentina. 1995
[2] http://www.filosofia.org/cla/pla/azc02261.htm
[3] Clase 19: Transformaciones de la escritura en la era digital. Diplomatura en Educación y Medios. FLACSO. 2009

[4] Clase 17. “Los medios de comunicación interrogan a la escuela”. Diplomatura en Educación y Medios FLACSO. 2009

[5] Clase 12. “Cultura audiovisual, medio y televisión. Conversación entre Eliseo Verón y Luis Alberto Quevedo. Diplomatura en Educación y Medios FLACSO. 2009

[6] CULLEN, Carlos. “Críticas a las razones de educar”. Editorial Paidós. Buenos Aires. 1997
[7] Clase 23. “Jóvenes: entre las culturas cibernéticas y las culturas letradas”. Diplomatura en Educación y Medios FLACSO. 2009
[8] Clase 18. “Pantallas ubicuas: Televisores, computadoras”. Diplomatura en Educación y Medios FLACSO. 2009
[9] CARLI, Sandra. “Estudios sobre comunicación, educación y cultura. Una mirada a las transformaciones recientes de la Argentina”. Editorial Stellaa. La Crujía Ediciones. Bs As. 2003

No hay comentarios: