Páginas

domingo, 14 de febrero de 2010

Develando el curriculum oculto

Carlos A. Tolosa






El curriculum es lo que los estudiantes tienen oportunidad de aprender (T. T. Da Silva 1993) y entre estos aprendizajes se encuentran un “conjunto de influencias formativas que la escuela ejerce sistemáticamente pero que no están explicitadas ni formalmente reconocidas” a lo que Philip Jackson denominó curriculum oculto en su libro “La vida en las aulas“ (1968).
El curriculum oculto está asociado a la idea de reproducción, en las escuelas y las aulas la fuerza reproductora y de producción están en constante duelo igual que ocurre en la sociedad. Algunos representantes de las teorías pedagógicas críticas, como Althusser, sostienen que la escuela es un instrumento de dominación que tiene el Estado y que reproduce las desigualdades sociales aunque, paradójicamente, es lo que dice combatir, otros como Bourdieu plantearon la reproducción de la dominación simbólica y cultural; Bowles y Gintis lo analizan desde las relaciones jerárquicas en el trabajo; Baudelot y Establet plantean que hay escuelas que reproducen un trabajador manual y otra que reprduce al trabajador mental, aunque ambas bajo la apariencia de una igualdad formal.
Las Teorías Críticas han ampliado su postura proponiendo que la escuela también produce, es decir, crea nuevas relaciones, genera lo nuevo, nuevas resistencias.
Esto nos permite hacer un análisis de una situación en particular para lo cual es importante volver a pensar algunos conceptos y ver que la desigualdad social muestra una evolución o transformación histórica en cuanto a los papeles sociales que ocupa la pobreza y la marginación: la esclavitud, el campesinado, el servilismo, el obrero, el desocupado, el piquetero, entre otros. También a lo largo de la historia se han construido frases o refranes populares como “todo tiempo pasado fue mejor”, tal vez buscando conformar y/o justificar procesos que fueron humillantes como las dictaduras militares. Hay que considerar que frente a la exclusión social muchas veces se prefiere la inclusión por más perversa que sea. Por otro lado el pobre tiene esperanza, porque “es lo último que se pierde” y lo bueno, la riqueza está en el cielo como, así también “los últimos serán los primeros”.
El cristianismo primitivo instala con fuerza los temas de la “injusticia” social, la desigualdad y la diferencia que segrega. En la actualidad nuestro país enfrenta una de las décadas de crisis más aguda y profunda que le ha tocado vivir desde sus orígenes y que se ha manifestado, en mayor o en menor grado, en los campos político, económico, social, moral y cultural. En esta crisis se inscriben la corrupción y la impunidad, generadores de pobreza y violencia.
Lo inquietante de esto es el modo en que atraviesa los muros de la escuela y cómo se manifiesta mediante acciones de reproducción a través del curriculum oculto.
Mas allá de las intenciones y los discursos progresistas de algunos directores y profesores los docentes tenemos grandes dificultades al momento de abordar situaciones de pobreza, anomia y violencia porque estas no siempre se presentan de modo lineal ni tan fácil de identificar y tratar; otras veces, de modo solapado, las generamos nosotros, es posible que en la reproducción se reproduzca la esencia misma de ésta con lo cual es muy difícil percibir lo diferente estando dentro de un sistema que nos condicionó para y con una única dimensión en la mirada.

Lo grafico con un ejemplo: llego al aula a las 11:30 en un tercer año de Polimodal. Los alumnos me relatan que al volver del primer recreo le faltan $7,50 a una de las alumnas; es de destacar que es obligatorio salir del aula en los recreos. La alumna me explica que ese dinero era para comprar provisiones para la cena que tenía que preparar para sus hermanitos. Informa a la preceptora, que pregunta “¿Quién robó el dinero?; luego, la misma dice que le avisaría a la directora. Ésta manda a decir que ella “no puede hacerse cargo de todo” y que cada uno tiene que saber cuidarse solo. Por otra parte se consideró la posibilidad de juntar la plata entre todos y devolverla.
Lo relatado hasta aquí se puede analizar como parte del Currículo oculto. El contenido es: en el aula la inseguridad es la misma que en la calle y la impunidad también.
En la escuela el que respeta la norma (salir del aula en el recreo) es un “tonto” que queda expuesto a la violencia de oportunistas y a la “impunidad” que es provocada por el sistema educativo. Porque todos estaban haciendo “cosas importantes”: la directora, reubicaciones por desplazamientos; la preceptora, los registros nuevos; el profesor que ingresaba, la clase para entregar a tiempo los diagnósticos.
A esta altura es oportuno revisar el planteo de Inés Dussel acerca de que la escuela supone una experiencia de socialización particular que produce una introducción y construcción de lo público, con sus reglas y códigos, con los saberes que se consideran valiosos y que ninguna otra agencia puede ofrecer de la misma manera y durante tanto tiempo. Evidentemente con estas acciones se construye un modelo de sociedad donde la injusticia, la violencia, la inseguridad son situaciones que deben ser toleradas y legitimadas porque para el pobre forman parte del cuadro de todos los días.
La posibilidad de devolverle el dinero, que a veces es necesaria porque resuelve problemas inmediatos, es otro modo en que se manifiesta la vulnerabilidad de los sectores más empobrecidos: los gobernantes comenten “errores”, “desprolijidades” en sus políticas sociales y económicas y los que “pagan” son los más indefensos, los que cumplen con sus impuestos, los jubilados con una pésima asistencia, los chicos que nacen desnutridos, una mala calidad educativa en la escuela pública, etc.
La pregunta en el caso planteado es: ¿Por qué todos tienen que pagar lo que uno, que no acepta las normas, se robó?. Esta es una forma de reproducción de la injusticia, la violencia, el trato desigual que soportamos en la sociedad y que atraviesa graciosamente nuestras aulas y hasta nuestros propio principios.
El pobre tiene el estigma de la moral del aguante. Cuando la directora manda a decir que cada uno tiene que cuidarse está repitiendo la representación social de la seguridad. El que tiene plata paga una seguridad privada; de no ser así, se organizan entre vecinos y se arman fogatas “antisaqueos” en las esquinas como en la crisis de diciembre de 2001. O tal vez cada padre tendrá que ir a inspeccionar boliches bailables para que sus hijos no vivan una nueva “Masacre Cromagnon” ante una nueva ausencia del Estado, en este caso, descaradamente, asociada con la corrupción.
La idea de cuidarse solos es más grave cuando se analiza el contexto en el que se la dice: una institución donde el cuidado y educación de niños y jóvenes es responsabilidad de los adultos. La escuela debe cuidar de no ”abandonar su papel de mediador entre el niño y/o el joven y la realidad, esto permite que los niños construyan significados sobre una realidad mediante espacios de protección que son los que le permiten al niño constituir su subjetividad.
“¿Cuál es este espacio de protección en la escuela? Siguiendo la línea de los argumentos, podemos decir que el niño busca la palabra del adulto que le permita transformar la realidad en una escena significable y lo ayude de este modo, en el desarrollo de su subjetividad”.
Esto será imposible si no se es capaz de generar confianza en los alumnos y los docentes, lo que permitirá afrontar situaciones difíciles, pero a la vez es una construcción que se plantea en criterios pedagógicos que permitirían una enseñanza responsable como parte del proceso de socialización que supone que la institución debe interiorizar y hacer hábito en los alumnos: la aceptación de las normas, su cumplimiento y sus aportes analíticos a modo de ejercicio preparatorio de un desempeño activo en la sociedad.
Queda claro que la anomia social que los alumnos viven y en algunos casos ejercen afuera no debería ser reproducida en las instituciones; lo que ocurre es que también los docentes estamos intoxicados con esta misma anomia y la realidad muchas veces nos desborda. Pese a todo, tenemos que poder volver sobre nuestros errores y modificar actitudes. La responsabilidad que nuestra profesión nos asigna así lo exige. Es una profesión donde el compromiso social debería ser inevitable.


Bibliografía de referencia
Gvirtz, Silvina y Palamidessi, Mariano “El ABC de la tarea docente: curriculum y enseñanza”
SILVA T.T. da: “Teoría Educacional Crítica em tempos Posmodernos”. Porto Alegre, Artes Médicas, 1993
SILVA T.T. da “Escuela, conocimiento y curriculum” Mino y Dávila Editores, Buenos Aires, 1995

No hay comentarios: