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lunes, 22 de agosto de 2011

Esto no es un pañuelo

La Construcción de la Ciudadanía en la cultura visual
Carlos A. Tolosa
carlos_tolosa@hotmail.com




“Esto no es un pañuelo” bien puede ser el título de este artículo como también podría haber sido parte del dibujo, tal como lo propone Magritte en su obra “Esto no es una pipa”, o epígrafe de una o más fotos. Pero prefiero dejarlo como título porque no sólo cito a este “no pañuelo” sino que también voy a referirme a otros tantos que, con diversas formas y enfoques, desafían la idea de pensar un objeto, que en tanto símbolo, remite a una historia que se manifiesta e interviene en el presente y a la vez tiene el poder y la generosidad de pensar en el futuro.
Afirmar que no es un pañuelo es, también, una invitación a la participación intelectual de quien lo aborda con la mirada. Se trata de que quien mira concluye la idea de lo visto desde su subjetividad, de proponer la participación y acicatear al conocimiento para establecer nuevas relaciones posibles entre el modo en que se presenta la imagen, el objeto representado y lo que se sabe del mismo.
En realidad no es lo que parece desde su origen. El primer elemento con el que las Madres cubren su cabeza fue un pañal y lo hacen para poder distinguirse y encontrarse en una peregrinación en Luján, el 1 de octubre de 1977. Por lo tanto se podría decir que es un pañal, pero a los fines de la afirmación, tampoco lo es.
De lo que no puede dudarse es que se trata de una imagen, además inscripta en un lugar social determinado. De una imagen que se ofrece a la mirada y por lo tanto hay miradas que se detienen en ella. Luego, podemos decir que se trata de una imagen potente, poderosa, desafiante, emotiva. Que remite a la historia y al presente. Pero esto depende de la información y posicionamiento que tenga quien mira, pues será el que mira quien carga de contenido y orientación a lo mirado.
Esto nos remite al abordaje de dos cuestiones, por lo menos, y en las que creo, sería interesante detenerse y revisar. Se trata de: lo que se da ver y de la mirada del espectador.
Ambas acciones tienen un punto de análisis común y es la mirada. La mirada que imprime el creador o quien captura la imagen y la mirada del espectador. El que propone la imagen la construye desde su mirada del mundo. Por ello la imagen que se expone tiene una mirada previa, la del autor. El fotógrafo, el pintor, el camarógrafo, proponen. Es lo que captaron, lo que compusieron, su mensaje. Según donde se ubiquen, en relación a lo que quieren mostrar, (atrás, adelante, a los costados) logran composiciones diferentes, según luces, sombras y objetos circundantes. Una imagen, aún aislada, es la suma de un conjunto de imágenes. Dice John Berger “lo que sabemos o lo que creemos afecta al modo en que vemos las cosas” y ese modo de ver se imprime en lo que se muestra, en la producción icónica. Por eso se puede separar una imagen y mostrarla aislada, porque se decide su “soledad” a partir de lo que sé que existe y por lo tanto decido no “contaminarla” con otras imágenes posibles, ya que no se encuadran en el mensaje que se quiere transmitir. Se tiene conciencia de lo existente y se decide que el resto intervenga o no.



La construcción social del símbolo
Una imagen presenta algo que no está. Representa lo ausente. Pero una imagen, a la vez, va tomando vida propia. Por un lado es la ausencia del objeto presentada por quien interpreta ese objeto, no es el objeto en sí, sino la evocación del mismo desde la mirada de quien lo propone, cómo lo vio y cómo decide manifestarlo, componerlo y exponerlo. Desde ahí la imagen va tomando “vida propia”. Una vida que emerge del objeto a representar, de la interpretación del mismo por parte del autor, de la interpretación del que mira. Entonces ¿cuál es la verdadera imagen? ¿Cuál es la verdad de lo que se mira? En una foto, en una pintura ¿se puede buscar la verdad? ¿de qué se habla cuando se piensa de la verdad en el mundo de las imágenes? ¿la verdad transmitida con una imagen está en lo que se muestra o en lo que no se muestra?.
En principio la imagen no representa al objeto en su totalidad, es solo un plano de éste, además de lo ya dicho. Lo que Peirce denomina “fundamento” del representamen, refiriéndose a un aspecto o cualidad del objeto representado y a la falta de la totalidad del mismo. Con lo cual ninguna representación contiene la totalidad de la información o de la esencia del objeto representado. Pero a la vez, tiene vida propia. Adquiere inscripciones socio-culturales diversas, justamente porque el poder de la imagen reside en la propia imagen y en las representaciones sociales, lo que le otorga la facultad y el poder de la “independencia” de su creador, de su contexto primario.
Las preguntas anteriores tal vez se puedan pensar desde la construcción social que implica el significado del objeto como lo original o primario, el mensaje de la imagen que presenta el autor y finalmente el que contempla, mira, procesa, desde su percepción, emoción y saberes. El “no pañuelo” surge desde la historia misma de una sociedad reprimida, con toda la carga de subjetividad que ello implica. Pero tiene límites en el encuadre del saber popular y en lo ideológico. Este es el contexto que permite la definición o redefinición de la imagen. En consecuencia es el objeto el que surge como hecho social y político, como una necesidad de un grupo social, como un acto de rebeldía. Subversivo, pulsional, emotivo, desesperado, racional, irracional, estratega, pero esencialmente como un acto de amor.
Es así como se cubren la cabeza con un pañal, que destinado a contener la entrega más importante que un hijo da por primera vez a la mamá, que desprende desde sí, desde su interior, como una continuación de su propio cuerpo, una ofrenda, que una vez en el pañal la Madre higieniza, lava con sus manos, tiende al sol para blanquear. Las mismas manos que muchos años después, en Luján, lo doblan a la mitad en forma de triángulo, toman de sus extremos, lo levantan a la altura de la cabeza, lo bajan, la cubren con él como si fuera un “casco de amor” que contiene. Un objeto que pareciera estar destinado a la contención desde la propia historia del mismo. Bajan
el pañal en dirección al cuello, logrando que proteja y que apriete a modo de abrazo y a la vez como una suave caricia en las mejillas, y ahí se queda. Lo toman de sus vértices, lo acercan a sus cuellos, los cruzan y anudan en un de abrazo eterno, lleno de esperanzas, de temores, de firmeza. ¿Será un nudo o un abrazo? ¿tal vez un modo de tomar las manos de sus hijos, apretarlas y confirmarles que los siguen buscando? ¿es un modo de sentirlos presentes y vivos en su lucha? ¿será una forma de empuñar un arma cargada de amor dispuesta a ser descargada en un acto de pedido de justicia que recorrerá el mundo?. Ese pañal que contuvo y protegió, más de tres décadas después continúa cumpliendo con la misma función. Hoy, convertido en un símbolo, contiene, protege y a la vez perfora las miradas porque actúa como un espejo, es tan fuerte su presencia que se invierten las posiciones. Es el que mira, pregunta, reclama e invita a la reflexión.
Así surge este “no pañuelo”, gestado por la necesidad, la angustia, la desesperación, la impotencia, la bronca, el dolor, la esperanza, el amor a un hijo. Es la transición entre ser exclusivamente ama de casa o profesional a ser un símbolo de la resistencia a la última dictadura militar, tan importante para la historia de nuestro país que fueron gestoras fundamentales en la recuperación del sistema democrático. Las Madres de Plaza de Mayo son un símbolo de lucha, resistencia y amor incondicional a un hijo.
Este es el contexto en el que surge la representación de este símbolo. No surge de la nada. Hay una realidad que lo precede, que le da sentido, que lo afecta interiormente y lo atraviesa. Es así que las Madres son la resistencia misma. Nada las detiene. Ni los golpes, ni los perros, tampoco los gases lacrimógenos. Pese a todo la Plaza, los días jueves, a las 15:30 era y continúa siendo el lugar de reunión. Era la resistencia en las propias narices de la dictadura más sangrienta de nuestra historia.
Resistieron a la indiferencia y hasta el desprecio de sus familiares. También el secuestro de los mismos. En diciembre de 1977 el secuestro de las Madres Mary Ponce, Esther Balestrino de Careaga y de Azucena Villaflor, a partir de que Astiz se infiltró entre las Madres haciéndose pasar por hermano de un desaparecido. Les resultó muy difícil sostener el mismo nivel de participación, pero siguieron adelante.
También resistieron al Mundial de Fútbol en 1978. La indiferencia del pueblo. La campaña en contra de periodistas deportivos. Lo que para muchísimos era una alegría, para ellas fue más secuestros y más represión. El jueves 1 de junio se hace la inauguración del Mundial, las Madres marchaban en la plaza y ese día estaba llena de periodistas extranjeros, tanta fue la repercusión que Holanda transmite la marcha de las Madres y no la apertura del Mundial.
Con las mejores respuestas. Con expresiones sencillas y claras cuando la policía indagaba preguntando insistentemente por quiénes, refiriéndose a grupos políticos, las conducían. Juanita respondió: “yo sólo le digo a usted una cosa. Si hoy desaparece usted, su madre, escúcheme bien, mañana camina conmigo del brazo, usted no dude de eso, su madre va a caminar conmigo, a todos lados donde yo voy, va a ir ella y donde vaya ella voy a ir yo. Iremos del brazo. ¿Por qué? Porque le falta el hijo”
Resistieron a la crueldad. Relata Hebe de Bonafini: “María Teresa llamó a Lidia y le contó que esa tarde le había llegado por correo una caja donde estaban las manos de su hijo… Inmediatamente nos reunimos. …había que pedirle al cementerio que exhumara el cadáver para colocar las manos en el cajón. Como era sábado, María Teresa tuvo las manos de su hijo en su casa durante el fin de semana.
Resisten a la brutal represión de 1979. Ya no podían ir a la Plaza. Hacían algunas apariciones para no perder el espacio. Se reorganizaron para encontrarse en distintas Iglesias y no perder la posibilidad de contactarse y organizar acciones de resistencia y denuncia. Para ello fundaron la Asociación Madres de Plaza de Mayo, el 22 de agosto de 1979.
También resisten, con pequeñas leyendas, a la acusación de antinacionales durante la Guerra de Malvinas. Continuaban yendo a la Plaza y la consigna era “Las Malvinas son Argentinas, los desaparecidos también”.
Con las Marchas de Resistencia. Consistían en quedarse 24 hs en la Plaza de Mayo. Todas con consignas diferentes. La primera fue en 1981. La consigna “Aparición con vida de los detenidos-desaparecidos”, luego de 25 Marchas, en enero del 2006 realizan la última, la consigna fue “1.500 jueves de Resistencia y Lucha contra el hambre que es un crimen”.
Resistieron al embate brutal en el período menemista. Además de la represión en las calles, un juicio de Menem a Hebe por sus dichos en un reportaje, muchas veces fue violada y destrozada la Casa de las Madres, robándose documentos de archivos que eran pruebas para los juicios, elementos fundamentales en lo afectivo respecto de la historia de las Madres, incluso un atentado. En el último saqueo dejaron un cable de alta tensión conectado al picaporte de la puerta. Además amenazas constantes, eran seguidas y vigiladas con absoluta impunidad.
También, en el 2001 es torturada la hija de Hebe de Bonafini. “…la encapucharon y la golpearon con una manopla y una cadena envuelta con una manguera; la quemaron con cigarrillos hasta que perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza… la reanimaron con agua, a los gritos.” Uno intentó violarla y su cómplice lo paró.
Sin las Madres, sin la lucha sostenida, sí estaríamos frente a un pañuelo. Por lo tanto es lo que no es o lo que no se puede pintar o fotografiar. Por eso es un símbolo, representa conceptos y procesos sociales. Es historia no un pañuelo. Es presente y futuro, no un pañuelo.



Miradas en la cultura visual
Entonces ¿qué vemos? ¿un pañal? ¿una madre? ¿resistencia? ¿dolor? ¿lucha? ¿esperanza? ¿un pañuelo? ¿hijos? ¿vida? ¿muerte? ¿pasado? ¿futuro?
El que mira, también lo hace con su carga de imágenes y saberes. Pero ¿qué se mira? ¿cómo se mira?. La mirada, es una construcción cultural y absolutamente subjetiva. Al respecto Carlos Skliar dice “Sabemos que hay miradas que ven borrosamente, que manchan y miradas asesinas, que matan… que impiden, que estorban, que prohíben, que niegan, que hielan… Por eso insisto tanto en las miradas que posibilitan, que acompañan, que ayudan, que donan un tiempo y un espacio al otro.”
Ese mirar también es necesario contextualizarlo. Vivimos inmersos en una cultura visual, donde podríamos decir que estamos “empujados” a ver, donde la imagen ocupa un lugar superlativo, sobre todo aquella que los medios de comunicación reproducen e imponen con incansables repeticiones, donde se tiende a la seducción de los espectadores a través del “espectáculo” que muchas veces va de lo obsceno al dolor, a la pobreza y la violencia. Es necesario poder revisar estas propuestas en función de acercarnos al análisis de la construcción de la ciudadanía en la cultura visual, donde pareciera que todo se puede mostrar, que todo se puede ver. Leonor Arfuch, habla acerca de “la responsabilidad de la mirada” en oposición a lo que llama una visibilidad generalizada en la que no hay límites entre lo íntimo, el horror de las guerras o catástrofes naturales. La responsabilidad de la mirada está relacionada al compromiso que se asume frente a lo mirado. No admite una mirada pasiva. Distante. Se involucra. Está relacionada con la reflexión y la toma de postura frente a lo visto. Dista mucho de la imagen-idea, producto de una construcción mediática, de la intimidad como consumo cultural. Se trata de posicionamientos frente a lo mirado, de un modo de ver que no es algo que deviene de la naturaleza y por lo tanto carece de neutralidad. Es una construcción socio-histórico-cultural. Según los modos de ver, Dalí y su obra, no hubieran resistido en el Renacimiento, aunque tampoco hubieran sido posible por las rupturas desde lo visual, además, por el estado de la ciencia considerando los conceptos que toma y en los que se inspira el movimiento surrealista. El estado del conocimiento, las formas de poder político, la historia, la industria cultural, las instituciones y el desarrollo de la tecnología absorben, reelaboran y son parte de esos procesos culturales. Van determinando lo “natural” de la mirada, que, justamente por estar naturalizada, es compleja de analizar, de re-visar.
Dudar de lo cotidiano de la mirada es la duda de “qué y cómo hay que mirar” es poner en dudas los regímenes escópicos, que son, como ya fue dicho, una construcción cultural y no algo natural. Esta duda implica salir de la escena, “saltar” del cuadro, como cuando se mira en una fotografía de hace 10 o 20 años. Se mira desde afuera y se ve, por ejemplo, una estética que ya no está vigente.
Hacer esta crítica en “tiempo real” de lo que se da a ver y se mira es intentar un quiebre con las “reglas” de lo que hay que mirar y con el cómo se mira en una cultura visual donde dos de sus rasgos son: “espíar” y “exhibir”. A la vez con profundas contradicciones, tal como las describe Ana Abramowsky “En definitiva, en un mundo que muestra demasiado, desocultar y sospechar se han convertido en prácticas hegemónicas. Pero paradójicamente, la descalificación y la desconfianza ante la cultura visual convive con la voluntad de ver cada vez más. Las imágenes son, por momentos, sobrevaloradas e idolatradas, y en otras ocasiones, infravaloradas y demonizadas… se culpa a la hipervisibilidad de saturar, anestesiar e insensibilizar, para luego afirmar que hace falta ver aún más imágenes para poder “despertar” de una suerte de letargo bañado de insensibilidad… En ocasiones se dice que las imágenes solo quieren distraernos, y en otras se afirma que serán las imágenes las que nos permitirán acercarnos a la realidad.”
Nuevamente aparece el planteo de la verdad, de la realidad de lo que se muestra, de lo que se ve como “la verdad”. Considerando que los modos de ver son una construcción social que están atravesados por la historia, los poderes políticos, la industria de las nuevas tecnologías, creencias y que no son universales; que las imágenes tienen poderes tales como el de persuasión, el de emocionar, de transformarse, de permanencia en el tiempo y tener vida propia, entre otros; tal vez podamos concluir, que las imágenes y las pantallas, que están omnipresentes en nuestra cotidianeidad, transmitiendo, reafirmando, construyendo realidades que obedecen, en cada momento histórico, a cada una de las culturas donde se manifiestan; son formadoras de conceptos e ideas de participación social, de convivencia, de exposición, de estética, de ética, de concepción de la justica y de la injusticia, de ciudadanía.
El “no pañuelo” del que hablamos es un símbolo, también, de “un dolor convertido en lucha”, tal como lo afirman las Madres. Una lucha que nace en forma individual, con cada una reclamando en comisarías, juzgados, iglesias, por sus hijos desaparecidos. Que luego se unen, porque ya se conocen de tanto recorrer los mismos lugares. Que más tarde deciden encontrarse en la Plaza de Mayo para pedirle al mismísimo presidente, Jorge Rafael Videla, la aparición con vida de sus hijos. Así un 30 de abril de 1977 deciden organizarse, con Azucena Villaflor como la Madre que marcó el camino. Una lucha que continúa en las iglesias, donde rezan en voz alta por la aparición de sus hijos, a modo de comunicarles a los demás lo que les estaba pasando. Dice Inés Vázquez “…ellas han podido nombrar lo innombrable y no sólo eso, sino también hacérselo nombrar a los demás: los desaparecidos ya no son una figura evanescente trazada en el aire por las manos asesinas del dictador Videla. Ellos y ellas son nuestros compañeros, pura energía de proyectos y organización popular…”
Que son obligadas a caminar, ya que se había decretado el estado de sitio y ahí, como una ironía del destino, nace la marcha alrededor de la pirámide. Recuerda, Hebe, que un policía les dijo: “Señoras tienen que circular, no pueden estar aquí… Entonces Azucena le dijo que estaba bien… Se tomó del brazo con otra Madre que estaba a su lado y dijo que íbamos a circular, de dos en dos, en fila, sin detenernos, sin reunirnos. Pero sin salir de la Plaza. Así nació la marcha en torno al monumento a Belgrano, primero, y, después, alrededor de la Pirámide” .
La lucha se daba con la ausencia de sindicatos y partidos políticos. Frente a la visita de Terence Todman , las Madres salieron a la calle. Agitaban un pañuelo y gritaban que tenían hijos desaparecidos. Videla mandó a negociar: si se retiraban él prometía recibirlas. No accedieron. Al momento se llenó de militares que las apuntaban con sus armas, ellas abrazadas a las columnas le hicieron frente “…Entonces ellos pidieron que apunten, y cuando dijeron “apunten” nosotras gritamos “fuego”. Y ese gritarles “fuego” hizo que todos los periodistas que estaban para verlo a él –a Terence Todman- vinieran a ver quiénes eran esas mujeres… esa acción sirvió para que saliéramos en muchos periódicos”
En su búsqueda, en su lucha, fueron ellas quienes descubrieron los centros clandestinos de detención, siempre con la esperanza de recuperarlos vivos.
La lucha continuó, también, en el gobierno de Alfonsín. Sus casas amanecían pintadas con leyendas como: terroristas, antidemocráticas, antinacionales, desestabilizadoras. Llegaron a hacer una toma de la Casa de Gobierno cuando Alfonsín las cita pero no las recibe, ya que se fue al Teatro Colón, era el día de Carlos Gardel. Al día siguiente dan asueto a todo el personal, dado que las Madres permanecían en el lugar. Pese a eso no las recibió. Se oponen, se organizan y marchan contra las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y contra el vergonzoso indulto del menemismo, con los que pretenden cerrar el cerco de impunidad. Frente a esto promovieron el Juicio Ètico y Político Popular a militares y sus cómplices civiles. Promovieron marchas donde fueron fuertemente reprimidas por el gobierno de Alfonsín y de Menem. Rechazaron la exhumación de los cadáveres, la reparación económica y los homenajes póstumos.
En 1985 la Marcha de las Manos. La consigna fue “dele una mano a los desaparecidos”, luego vinieron: la Marcha de los Pañuelos (ya comenzaba la lucha contra el Punto Final) la marcha de las siluetas, la marcha de las máscaras, entre otras.
Luego se sumaron a la lucha de gremios y estudiantes secundarios y universitarios. En 1996, en La Plata, con Eduardo Duhalde como gobernador, los estudiantes universitarios, en su protesta contra la reforma del estatuto universitario, son reprimidos y detenidos en el Cuerpo de Infantería de la Policía Bonaerense, que había sido un centro clandestino de detención. Al sumarse las Madres para pedir por la libertad de los estudiantes, Hebe, es herida gravemente en su cabeza, tiñendo de sangre su pañuelo.
Denuncian a Monseñor Pio Laghi en el Vaticano y ante la justicia de Roma. Los delitos que se le imputan, con numerosas pruebas, son: homicidio calificado, secuestro seguido de muerte, torturas y violaciones en carácter de partícipe necesario.
Se movilizan en todo el país contra la miseria y la impunidad. Así con muchas luchas a las que se sumaron en todo el país. En diciembre del 2001 son fuertemente reprimidas por el gobierno de De la Rúa, al igual que todos los que participaron en marchas y concentraciones en contra del desgobierno, represión y asesinatos que ocurrieron en las calles de Buenos Aires y Rosario.



Cultura visual y ciudadanía
“Nosotros, creemos que la vida vale sólo vida, le ponemos vida a la muerte y no es nada fácil ponerle vida a la muerte, pero se la ponemos porque le ganamos a la muerte, esa muerte que nos atravesó, esa que nos quiso destruir, esa que pensó que nos ganaba.”
La Organización surge de la búsqueda, de la denuncia sostenida, de sus hijos que fueron y son la razón de sus acciones y de las imágenes de éstos, que dieron vida a un Movimiento, a un símbolo, a las Madres. Las imágenes de sus hijos en pancartas improvisadas o en tamaño estándar de fotografías no son otra cosa que los hijos pariendo a sus Madres como luchadoras sociales. Las sacan de su cotidianeidad para transformarlas. Son Imágenes que dan vida y fundan “Madres de Plaza de Mayo” y originan el imaginario social acerca de quiénes son y qué rol social tuvieron y tienen ahora esas Madres, que a la vez están contenidas, primero en un pañal desde un “dolor convertido en lucha”, pero sobre todo en el futuro, porque ya no son solo la historia de sus hijos o de ellas mismas, ni del proceso social de reconquista de la democracia; son más que el presente con el pedido de justicia, juicio y castigo a los militares, son también sus “Sueños compartidos”. Son, esencialmente el futuro en la búsqueda de la justicia con una apuesta muy fuerte a la educación, a la promoción de la cultura.
¿Pero cómo pensarlo desde la cultura visual? En principio reconocer la diversidad en la definición del concepto. Desde una aproximación Fernando Hernández plantea que “La cultura visual no se refiere sólo a una serie de objetos, sino a un campo de estudio que ha ido emergiendo desde la confluencia de diferentes disciplinas, en particular desde la Sociología, la Semiótica, los Estudios culturales y la Historia de la cultural del arte,…” amplía diciendo que esto da lugar a diferentes perspectivas teóricas y metodológicas desde posiciones más políticas y otras académicas, también desde la influencia del posestructuralismo en la Historia del Arte, además como el estudio de los medios y otras como prácticas de la construcción de ciudadanía como resistencia frente a representaciones homogeneizadoras y hegemónicas.
En consecuencia son varias las perspectivas desde donde se la puede abordar. Claramente, como se describió hasta ahora, determina modos de ver y éstos, a la vez, formas de producción de lo visual y formas de visualizar esas producciones. Inés Dussel acerca una definición (parte de concepciones teóricas propuestas por “Mirzoeff, 1999; Schwartz y Przyblyski, 2004”): “…Así, la cultura visual no es simplemente un repertorio de imágenes sino un conjunto de discursos visuales que construyen posiciones, y que están inscriptos en prácticas sociales, estrechamente asociados a las instituciones que nos otorgan el “derecho de mirada” (entre ellas, la escuela, que organiza un campo de lo visible y lo invisible, de lo bello y de lo feo)”. Una definición que recorre las ideas de ética, estética, ideología, entre otras. Pero también hace mención a una “visibilidad controlada” con espacios de “invisibilidad” que se sostienen, que continúan siendo invisibles y desde ese lugar propone la idea de “cierta ilusión de transparencia” frente al desborde de la oferta visual.
Puede entenderse, desde esta óptica, que la cultura visual atraviesa la vida diaria, la refleja, pero no necesariamente, que las imágenes puedan verse “en directo” y “sin procesar”, significa que se está proyectando la realidad. En esta relación individuo-imagen transcurren los estudios de la cultura visual que intentan analizar la dimensión social y cultural de la mirada.
Hay programas de televisión que muestran “la verdad de lo que pasa en las calles”, entonces las cámaras toman las imágenes fotográficas y móviles donde, por ejemplo, los jóvenes son siempre violentos, vagos, adictos, delincuentes. ¿Es “verdad” lo que muestran? Sí, lo que filmaron es “verdad”, pero un recorte de la realidad. No su totalidad. Hay muchísimos jóvenes que en ese mismo momento están estudiando, divirtiéndose sin drogas, alcohol ni violencia, que están produciendo, siendo solidarios, militando y formándose políticamente, etc. Pero no sólo eso, volviendo al primer ejemplo, los jóvenes son conscientes de estar siendo filmados, son conscientes de que su imagen va a ser pública con lo cual, considerando que tienen “cinco minutos de fama” y como si estuvieran participando de un casting se esfuerzan por mostrar lo que piensan y lo hacen sobreactuando la violencia, las formas, el contenido del mensaje, buscando un posicionamiento social hacia el interior y el exterior de las “barras”. En las aulas de los profesorados, cuando se abordan estos temas, algunos alumnos narran las impresiones de sus hermanos y amigos de éstos “mi hermano se muere por salir en la tele, en esos programas”, claro que la preocupación de estos alumnos es que para eso deben tener una conducta de violentos, de adictos, etc., lo que les permitirá hacer esos relatos temerarios frente a miles o millones de espectadores. ¿Será entonces que en vez de proyectar la realidad son, los medios, creadores realidades sociales?, ¿promueven la gestación de identidades? Sí hay claramente un contenido ideológico que desde un lugar de poder se transmite, que contribuye al imaginario social acerca qué o cómo son los jóvenes pobres y a la vez los induce a posicionarse sobre sus ideales, sus derechos, su futuro, que pareciera, no solo negativo, además de estar escrito con tinta indeleble.
La idea de transmisión de “la vida en directo”, como un show también está presente en el programa “Gran hermano”. Que transmite “la vida real” de un grupo de jóvenes que establecen un estilo de comunicación, que tampoco es real, pero como se transmite en directo y “es la verdad de lo que está pasando”, es creíble y además crean y transmiten modos y estilos de comunicación que no son de la realidad, sino producto de la artificialidad de las condiciones en que está producido el programa. También entran en juego conceptos como el de justicia, democracia, la norma y su transgresión, la desnudez de las historias de vida en palabras e imágenes y el vapuleo de valores en general como el amor, la solidaridad, entre otros, exaltando la competencia, el todos contra todos, ya que el eje central es la eliminación. Al respecto dice Roxana Morduchowicz “…propone un valor contrario a todo lo que debe promover una sociedad democrática, inclusiva e integradora… Gran Hermano, entonces, también forma, en la medida en que ofrece modelos de vida y legitima maneras de actuar”.
Los medios masivos de comunicación desde “las verdades” que transmiten construyen ciudadanía. Morduchowicz lo define así: “Necesitamos una televisión de calidad porque constituye un medio fundamental para la socialización política de las nuevas generaciones… porque transmite normas y valores. Porque facilita el acceso a realidades distantes y desconocidas…” más adelante cita a Pérez Tornero (2007) donde afirma que “Contribuye a la formación de una ciudadanía democrática basada en los derechos humanos… Estimula la participación en la vida cívica y política del país… Promueve la riqueza y la diversidad de las culturas y creencias en sus diferentes expresiones…”
Las imágenes y las tramas de algunos programas de televisión, que tienen calidad, habilitan modos de participación, de intervención, de ejercer una ciudadana activa. El reconocimiento de sus derechos y la legitimidad de luchar por ellos se vio claramente en la telenovela “Montecristo”, emitida por el Canal 11 de Buenos Aires en el año 2007. Mientras ocurría la transmisión, fue un año en el que las Abuelas de Plaza de Mayo recibieron mayor cantidad de llamadas de jóvenes que dudaban de su identidad, que antes de la emisión del mismo. La participación ciudadana fue tan importante que a partir de imágenes que se veían de fondo, ya que parte de la trama se filmó en la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo, se logró identificar un nieto que las mismas buscaban.
Por eso la importancia de la imagen propuesta al principio. Es generosidad y solidaridad. En La Plaza, en las primeras marchas, cuando la policía le pedía los documentos a una Madre, todas lo entregaban, en ese momento eran casi trescientas, eso hizo que ya no les sirviera como acto intimidatorio y por otra parte les permitía permanecer más tiempo en la Plaza, mientras se las identificaba y devolvían los documentos.
En 1979 viajaron a Estados Unidos, Italia y estuvieron en el Vaticano. Siempre llevando sus denuncias. Al regresar la represión fue terrible. Las llevaban presas todos los jueves. Decidieron que si llevaban presa a una iban todas. Pero los patrulleros no alcanzaban, así que iban solas y se presentaban en la comisaría y pedían ser detenida junto a sus compañeras. Eran tan perversos que las soltaban de a una durante la madrugada, su espíritu solidario era tan grande que se esperaban fuera, dando vueltas y arriesgando ser secuestradas. Recuerda Hebe que “ahí no había abogado que te defendiera, ahí no había nada; no había políticos, salíamos y solita nuestra alma”. Ejercían claramente la consigna “El otro soy yo”, mucho antes de que sea dicha.
El 8 de diciembre secuestran a Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, en la iglesia de Santa Cruz. Esther ya había recuperado a su hija de 16 años, la que habían liberado los militares. Las otras Madres le pedían que ya no se arriesgara, pero ella decidió seguir acompañando la lucha hasta la aparición de todos los buscados. Dos días después secuestran a Azucena Villaflor. Nuevamente las Madres se anticiparon, desde la acción, a las consignas. Esa vez fue: “todos son nuestros hijos”, una idea que ya ejercían.
Las Madres revalorizan la maternidad. Desde un proceso íntimo y personal construyeron la idea de ser las Madres de todos. Desde ese momento ya no marchan con la imagen de un hijo. Todos los desaparecidos son sus hijos. En enero de 2006 Hebe escribía “Aquel sueño mío de tener seis hijos se quedó en tres. Después de la tragedia empecé a sentir que mis entrañas eran ocupadas por muchos hijos y cuando digo que estoy embarazada para siempre, no es una locura, es simplemente sentir mi cuerpo habitado por ustedes”.
También es una apuesta al futuro, a la cultura. El 29 de abril de 1999 inauguran la librería, salón de actos y café literario “Osvaldo Bayer. La idea era clara: crear un espacio para la cultura, la política y los jóvenes y en el año 2000 Inauguran la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, cuyo eje es “amor por el saber y compromiso con el cambio social”.
Este símbolo representa a las Madres de Plaza de Mayo, su historia, su presente y la mirada puesta en el futuro. Es una imagen que incita a la construcción de ciudadanía, una ciudadanía activa. Es un ícono que moviliza e invita a ser un miembro activo y comprometido con una comunidad, es cuando uno puede descubrirse como persona autónoma y esto no es en abstracto, sino en la cotidianeidad y como miembro de una comunidad política, con la capacidad de analizar y comprender la realidad social para poder intervenir en ella y modificarla, porque eso es lo que hicieron y continúan haciendo las Madres.
Entonces, ahora sigamos pensando… ¿Es un pañuelo o no es un pañuelo?


BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA
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